Una capacidad fundamental que tenemos las personas y que podemos desarrollar todavía más es la de visualizar. Se puede decir que la visualización es el proceso mediante el cual creamos imágenes mentales. Esto es algo que hacemos de una forma natural y sin apenas ser conscientes de ello. Creamos en nuestra mente imágenes que nos permiten ver lo que vamos a hacer antes de que ocurra y también recordar lo que ya hemos vivido. Cada vez que pensamos en realizar una nueva conducta, casi sin darnos cuenta, empezamos a crear la escena de lo que vamos a vivir.
Por ejemplo, si decidimos pasar el día en la playa, antes de ponernos en marcha, comenzaremos a ver la arena, el mar o, incluso, podemos visualizarnos en esa playa y llegar a sentir el contacto con la arena, el calor del sol, así como también conseguir escuchar el sonido de las olas…
Para comprender este concepto y profundizar en él, tendremos que comenzar a diferenciar la experiencia objetiva (lo que acontece en nuestro entorno), de nuestra experiencia subjetiva (lo que estamos viviendo en nuestro interior).
A través de los sentidos nos llega la información del mundo exterior, y esos mismos sentidos también los utilizamos para procesar dicha información, creando así nuestros pensamientos, y lo hacemos a través de imágenes, sonidos y sensaciones. Así pues, consciente o inconscientemente estamos creando, de una forma regular y constante, imágenes en nuestra mente que, además, pueden tener sonidos e incluso podemos llegar a sentir sensaciones, olores y sabores.
La visualización es un proceso creativo y, como tal, es una función que corresponde al inconsciente. Teniendo esto en cuenta, si queremos visualizar de forma correcta, lejos de pararnos a pensar y analizar lo que ocurra durante la visualización, debemos más bien hacer lo contrario, es decir, debemos dejar de reflexionar y aquietar nuestra mente para poder abandonar cualquier pensamiento que pudiera surgir en ese momento. Tal vez sea esta la etapa más difícil, ya que nuestra mente consciente nos hace estar alerta, manteniendo constantemente la atención en lo que percibimos, analizando y razonando la información que nos llega.
A través de la relajación empezaremos a notar que poco a poco vamos disminuyendo nuestra atención y vamos entrando en un estado de quietud en el que llegamos a abandonar nuestros pensamientos.
Si profundizamos más en ese estado, llegaremos incluso a percibir un vacío en nuestra mente y entonces ya estaremos preparados para dejar que nos llegue nueva información. Alcanzar este nivel nos permite tener una actitud receptiva para adquirir comprensión de aquello que no alcanzamos a comprender a través de la razón. No olvidemos que nuestra razón a veces nos limita y que, en algún momento, nos impide ver soluciones; sin embargo, a través de nuestro inconsciente siempre podemos ver un poco más, ya que constituye un depósito de recursos y de inspiración, así como un aliado potencial si sabemos utilizarlo.