La realidad que nosotros percibimos no es en sí la realidad, sino más bien una representación de ella. Nuestros sentidos constituyen el único puente entre el mundo exterior y nuestro mundo interior, pero al mismo tiempo nos limitan e impiden ver, oír y sentir las sensaciones, olores y sabores de las cosas tal y como son.
Nuestras limitaciones neurológicas nos impiden captar la realidad en su totalidad, ya que solamente podemos percibir una parte de ella que nos llega limitada y distorsionada por nuestros sentidos, y además pasa por una serie de filtros mentales que hemos ido creando a través de las experiencias vividas, la educación recibida, el lenguaje, la cultura, las creencias que hemos adquirido…
Finalmente, esa información pasa por un triple mecanismo de generalización, eliminación y distorsión.
A- Generalización es el proceso mediante el cual establecemos reglas a partir de varias experiencias en las que realizamos una misma interpretación. De este modo es como aprendemos a dar un significado a las cosas, evaluamos
los hechos y formamos nuestras creencias. Al generalizar podemos analizar y valorar lo que percibimos en nuestro entorno y repetir con facilidad todo aquello que ya aprendimos, aunque no podemos olvidar que este mismo proceso también nos limita y nos impide ser más objetivos ante ciertas situaciones.
B- La eliminación es el proceso mediante el cual dirigimos únicamente nuestra atención hacia ciertos aspectos de las experiencias.
Cuando percibimos la información del entorno, necesitamos eliminar parte de ella, ya que de no hacerlo así nos sentiríamos abrumados al no poder elaborarla en su totalidad. Sin embargo, en muchas ocasiones, en este proceso estamos excluyendo información que pudiera ser muy valiosa.
C) La distorsión es el proceso mediante el cual transformamos la información que nos llega del exterior. El conocimiento adquirido y nuestro nivel de comprensión es lo que determina nuestra mayor o menor distorsión de los
hechos.
Saber utilizar las distorsiones nos puede ser de gran ayuda para superar situaciones problemáticas que vivimos en el pasado, así como para poder eliminar recuerdos desagradables. Con todo, al distorsionar también podemos reforzar ciertas emociones de experiencias que ya vivimos con cierto desagrado.